Theatre

El testamento de María

La Virgen María, ya en la vejez y a punto de morir, revive, como si de un cúmulo de flash-backs se tratara.

12 to 15 february 2015

La María a la que alude “El testamento de María”, la novela y obra de teatro del irlandés Colm Tóibín, es nada menos que la Virgen María, la madre de Jesús. “Nuestro personaje, ya en la vejez y a punto de morir, revive, como si de un cúmulo de flash-backs se tratara, momentos de su vida. Hermosos algunos, terribles otros. Y los recrea desde su exilio en Éfeso, como si en sus solitarias y largas noches de vieja, diera forma a esos fantasmas del pasado y con ellos nos descubriera la mujer que realmente es, no la mujer que toda la humanidad ha querido hacer de ella.” Así se expresa Agustín Villaronga, el director de la premiada película “Pan negro” y autor de la puesta en escena de “El testamento de María”.

“El texto de Tóibín es maravilloso. Escrito para Meryl Streep y representado en Broadway por Fiona Shaw, nos llega a nosotros con la voz y figura de Blanca Portillo. En esa espléndida actriz descansa la parte primordial del trabajo. Es un monólogo complejo y con muchos matices que dista mucho de esa imagen celestial que se nos ha ofrecido de la Virgen”.

Si bien todos coincidimos en que Colm Toibin es uno de los mejores escritores vivos, solo quienes lean su último libro se percatarán de que, además, es un soberbio poeta. O dramaturgo, porque este reciente monólogo de María, la madre de Jesús de Nazaret, está pensado para ser representado en un teatro.

El monólogo de la madre del sacrificado es muy sorprendente. Como es lógico, María no podía ser cristiana, pero su rechazo de las instituciones judías, del poder rabínico, pero también de los seguidores de su hijo, la empujan hasta “el otro Templo” de modo que, con el escaso dinero que le queda, compra una estatuilla de Artemis que le sostiene el ánimo. Una María pagana es algo digno de consideración, aunque es cierto que estaba viviendo sus últimos años en Éfeso, vigilada y mantenida por unos pocos discípulos de su hijo, cuyo fanatismo la exaspera. Ella sabe que alguno de los discípulos está escribiendo mentiras sobre lo que sucedió en Jerusalén y que la odian porque ella sabe la verdad, razón por la cual procede a contarnos lo que realmente sucedió.

Lo más conmovedor es que María vive atormentada por la última escena que vivió con su hijo y que nadie excepto ella va a contar. Aun cuando los signos del amor entre ambos son indudables, María expone su desconcierto ante el cambio repentino del hijo, cuando se convierte en predicador público, factor de milagros o hechicero que resucita a Lázaro (una de las figuras más escalofriantes del relato), sin que ella entienda absolutamente nada de lo que está proponiendo. Esta incomprensión llega hasta su raíz cuando, en la última disputa con sus protectores (o secuestradores), María pregunta por la razón de tan espantoso sacrificio. “Ha sido para salvar al mundo y para darnos la vida eterna”, responden los discípulos. “¿A todo el mundo?”, pregunta la anciana. “Sí, a todo el mundo”, responden. “No merecía la pena”, concluye María.

Esta incomprensión radical está ligada al espanto con el que hubo de asistir a la crucifixión de su hijo, a la atmósfera siniestra y amenazante que soportó en el Gólgota, y al terror que acabó por hacerla huir del escenario. Contra lo que luego contarán los evangelistas, contra la imaginería cristiana posterior, María no recogió en su regazo el cuerpo del hijo muerto. No lavó el cadáver, como repite una y otra vez, obsesionada por su traición, sino que escapó antes de que Jesús entregara su espíritu.

Tóibín muestra una emocionante comprensión de la culpabilidad de María. Entiende que es una pobre mujer, ignorante y dolorida, a la que ha sucedido algo desmesurado, pero la desmesura no consiste en que su hijo resucite muertos o transforme el agua en vino, sino en que muriera sin el auxilio de su madre.

Esta es la tragedia de María: ella se ve a sí misma como una madre que ha abandonado a su hijo cuando más la necesitaba. Por eso en un momento de desesperación grita: “¡Si el agua puede volverse vino y los muertos regresar a la vida, entonces yo quiero que el tiempo retroceda!”…. (Félix de Azúa. El País)

 


The team


EL TESTAMENTO DE MARÍA
de COLM TÓIBÍN

Escenografía: Frederic Amat
Luces: Josep Maria Civit
Música: Lisa Gerrard
Vestuario: Mercè Paloma
Traducción: Enrique Juncosa
Intérprete: Blanca Portillo
Dirección: Agustín Villaronga
Producción: Javier Pérez Santana
Co-Producción: FESTIVAL GREC 2014 Centro Dramático Nacional, Avance pt

Passes

Día 12: 20:00 h.
Día 13: 20:00 h.
Día 14: 20:00 h.
Día 15: 19:00 h.

Prices

de 8,50 a 25€ / con descuentos

Duration

1h 20min.

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