En este guión teatral becado por el Gobierno Vasco en 2013 a la soprano, actriz y autora Miren de Miguel, una mujer se enfrenta a sus 7 pecados capitales; a los 7 hombres que en sus 44 años de vida han contribuido a crear en ella un perfil de mujer a imagen y semejanza del estereotipo que en ellos se solía reflejar.

El personaje protagonista, Enma, entra en crisis tras un fulminante e inesperado despido, momento en el que decide destruir un rompecabezas emocional de difícil engranaje.

 

Enma Tamarro, directora de publicidad del periódico “Extremadura 24 horas”, acaba de ser despedida con un breve y escueto fax sin previo aviso, tras quince años de intensa y entusiasta dedicación.

Mujer inteligente, independiente, atrayente pero extrañamente infeliz, aceptará el despido como una escusa para escapar por fin, de una rutina de la cual no era capaz de salir.

Casada con dos hijos, vivía inmersa en tal actividad social, laboral y familiar que la reflexión no tenía cabida y menos aún la aceptación de que transitaba y caminaba por la vida ajena a sus propios deseos.

Hija de una ama de casa abnegada y de un agente comercial déspota, Enma creció con un fuerte sentimiento de obligada protección hacia su madre y su hermano, el cual, hasta la muerte del padre no pudo afrontar su homosexualidad públicamente.
Saberse mujer atractiva y resolutiva, propició un acceso fácil en entornos masculinos de poder, utilizando, entre otras, sus supuestas dotes femeninas de empatía y rebelde sumisión.
La acción comienza en una estación de tren a la cual acaba de llegar para desde allí enlazar con el último tren en coincidencia que le llevaría hasta su pueblo natal, donde aún viven su madre y su hermano; su intención era clara; transcurrir en paz unos días junto a ellos para recargar pilas y pensar con claridad.

Pero el retraso del tren en el cual acababa de llegar, provoca que pierda ese último tren de la noche que le llevaría hasta su Villafranca de los Barros natal y se verá obligada a pernoctar en aquella estación de pueblo, en plena sierra de Extremadura, junto a trabajadores y personal de limpieza, hasta las 6 de la mañana.

No sabe si reir o llorar; acaba de ser despedida, tiene el valor de admitir a su marido que ya no le ama, coloca “in extremis” a sus hijos en unas colonias y cuando intenta retomar su vida respirando aire puro entre los suyos, el destino la vuelve a frenar.

Ayudada por el jefe de estación que le ofrece un banco cercano a la oficina, decide acomodarse, crearse su espacio de espera para comenzar, respirando profundamente, a dar un intenso repaso a su vida; han sido demasiadas sensaciones nuevas que no tenía previstas y que ahora debe afrontar todas juntas; y no sabe por dónde comenzar a reflexionar .

Como una inercia ya en su vida, coge su IPAD blanco y comienza a comprobar los emails.

Bandeja de entrada “0”. No tiene emails, ni mensaje alguno; ni en facebook, ni en twitter, ni en Instagram. Y siente de repente, casi como una necesidad urgente, comenzar ella a escribir.

Acaba de dejar a su marido; han sido 10 años de matrimonio y casi 5 de noviazgo. Juan, profesor universitario, de presencia impecable, poco hablador pero de carácter firme. La convivencia y la vida familiar, han transformado la pasión que sintieron al inicio en rutina.

Quizás la culpa no sea sólo de él. Pero le reprocha que la quisiese siempre perfecta. Buena madre, esposa, mujer independiente pero no libertina, amante del hogar pero no obsesiva, bella pero no llamativa…..alguien creado para ser utilizado. Pero paradógicamente, una situación a su vez mantenido en el tiempo por ella misma sin firme oposición. Todo ello dentro de un engranaje familiar convencional del cual la inercia social costumbrista no ayuda a planteamientos más radicales que no vayan más allá de “ pues te pongo los cuernos”.

Juan por su parte, nunca aceptó la ENVIDIA que sentía hacia la mujer con la cual se casó, querida y admirada por todos. Y el nivel de perfección al cual él la tenía sometida, casi inconscientemente, no era otro que su propio sentido de inferioridad por no haber conseguido el escalafón laboral al cual siempre aspiró pero que nunca alcanzaba.

Durante esta última semana de angustia y tristeza infinita, tras conocer la decisión de su jefe de prescindir de sus servicios, se dará cuenta que su marido está más pendiente de intentar cuadrar gastos que de su estado anímico, con el cual él, no tenía ninguna intención de sintonizar ni empatizar. Enma sentía que también él la estaba castigando.

Simplemente ella no podía estar así.

En un momento de euforia nerviosa pudo armarse de valor y decirle a gritos que eran años que no aguantaba más sus tardes viendo la tele, ni las obligadas salidas nocturnas junto a otros matrimonios, ni menos aún su forma de besarla y la imagen que aparecía cuando se miraban juntos al espejo . Estaba aburrida y era hora de cambiar todo en su vida. Pero lo dijo chillando, llorando y sin dar réplica.

En la quietud de un andén a media noche, las palabras que no supo expresar se le agolpan en la cabeza y necesitará ordenarlas para poder entenderse y hacerse comprender.

Le enviará un email sincero y sereno con una propuesta de divorcio que no interfiera en la relación con sus hijos. Pero no sin antes echarle en cara que no es fácil tener una 95 de pecho turgente, del cual, él estaba tan orgulloso y “mantenerse” perfecta también en todo lo demás; gimnasio, trabajo, casa, lectura, amistades y familia. La maldición de la “mujer perfecta”
Lo que parece será una noche aburrida y tranquila, se convertirá en un continuo pensar, escribir, recibir mensajes, llamadas y toma de decisiones aún más drásticas y potentes de lo que ella fuera capaz de imaginar.

Mientras redactaba un email a su marido, reflexionando e intentando argumentar su despidida y sus porqués, la imagen y los discursos colaterales con su exdirector del periódico, no paraban de asaltarle.

Se tiene que enfrentar a más despedidas de las que imaginaba.
Quizás comenzó a intuir que el estigma de “ soy perfecta y 40 no sólo es mi talla sino que también mi edad”, dejó que se repitiera y permaneciera también en su propio cuerpo y mente con otros hombres simultáneamente.

Arturo, cincuentón, conquistador y sabido mecenas, adoraba las tetas y la inteligencia de Enma.

Apoyo incondicional del director, no pudo reprimir su atracción hacia él y a pesar de conocer sus preferencias femeninas y su paradigma de cortejo y cópula con las mujeres, acabó acostándose con él varias veces.

La sintonía era total en todos los aspectos, pero él no tenía ninguna intención de enamorarse de ninguna mujer con edad múltiplo de 20 y con hijos. Y aún menos, que pudiera darle cualquier tipo de réplica.

A Enma le costó entender como habiendo tanta conexión entre ellos, el amor no surgiera y se negó a admitir que era un par de tetas más…. Eso sí, inteligentes.

Quizás no quería admitir que seguía creándose un personaje a imagen del hombre que la miraba y en base a cómo ellos deseaban verla.

LA SOBERBIA y megalomanía de Arturo no conocían límites ni en el trabajo ni en las relaciones

PECHOS SI, CORAZÓN NO.

Y no tuvo ningún reparo en echarla y sustituirla por una becaria.
Acabó mandándole un enlace en su página de facebook sobre los machos alfa en los monos y la reacción de las hembras; con dedicatoria pública. Le regalaba sus pechos como donativo por si la becaria no llegaba a mínimos numéricos corporales.

Tanto imaginarse regalando sus pechos, le vino en mente aquel episodio tan lamentable de su adolescencia que siempre quiso ocultar y olvidar pero a lo mejor estaba más presente de lo que imaginaba.

Con 15 años volvió, como cada verano, con su hermano, al pueblo de Ana, su mejor amiga de entonces.

Al desarrollar a los 10, el cuerpo de Enma estaba muy bien formado para su edad; si a eso le añadimos una fuerte y segura personalidad, el pastel estaba servido para ser comido.

Tuvo mala suerte! El padre de Ana, amante de puticlubs, inició un cortejo con Enma a espaldas de la familia que acabó en una estampida sonada de ella al encontrarse en la parte trasera de su cochazo soportando como podía, los lametazos y tocamientos de aquel depravado. Pudo sentir la GULA del aquel animal en su recién encontrado cuerpo adolescente.

Había intentado negarse aquella experiencia, incluso a veces pensó que ella igual la había podido provocar sin ser muy consciente; ella le apreciaba mucho; era tierno, cariñoso y muy culto; todo lo contrario a su padre.

Y siempre dispuesto a llevarlas y esperarlas.

Recordaba aquellas palabras que él le susurraba al oído acerca de su pecho…

Sintió tal asco al recordarlo que juró venganza. Buscó en facebook por si Ana pudiese tener un perfil abierto; se emocionó al comprobar cómo no sólo tenía perfil sino que aceptó su amistad casi al instante de enviar la solicitud; nerviosa comenzó a chatear con ella para saber de su vida. Tras varios intercambios de mensajes y aclaraciones familiares se prometieron volver a verse lo antes posible y retomar aquella preciosa amistad.
Obviamente la intención que tenía para con el pater familia era bien diferente.

No daba crédito a tal capacidad de “MATAR” hombres sin sentir compasión.

La señora de la limpieza, un pasajero en su misma situación, un mendigo, una llamada, la lectura de un mensaje…. Son acciones que darán pie a cambios de escena y situación durante la larga noche de espera.

A un cierto punto, decide llamar a su madre para comentarle que no podrá llegar esta noche a casa.

Comienza el dialogo, como venía siendo habitual últimamente, con algún pequeño reproche, para acabar hablando, como siempre, de su padre.

Enma no puede más; ruega a su madre que comprenda y admita que él no va a volver y que por consiguiente ya nunca más se sentirá maltratada; deberá aprender a vivir sin él; sin sufrimiento alguno.

Fueron tantos años intentando salvarla que al final, aún después de muerto, su madre seguía con el mismo rol de mujer sumisa y abnegada.

Da largas a su madre y se promete a sí misma no dejar jamás que ninguna persona consiga descargar sobre ella, la IRA que Enma y su familia aguantaron de su padre durante tantos años.

Quizás éste sea el momento más doloroso de la noche para ella. Es su madre, el verdadero amor de su vida y no advierte ningún resquicio de cambio ni autocrítica; ya no tiene solución. Y llora sola.
El sonido de la entrada de un mensaje washap en el móvil interrumpe su llanto y le devuelve la sonrisa; es Ignacio un amante con el cual mantiene una corta pero intensa y reciente relación extramatrimonial.

Básicamente es sexo y pasión; él también es un hombre casado.
Pero comienza a comportarse obsesivo y dominante.
No acepta que se aleje incluso de él. Y comienza a subir el tono del reproche llegando incluso al insulto.

No puede más. No entiende como puede pasar de la LUJURIA más auténtica a colocarse en un rol reservado a los maridos más retrógrados.

Sólo quiso diversión y goce y se encuentra en otro círculo de poder y posesión.

Sus acusaciones y ataques al comportamiento tan independiente y según él, egoísta, le hizo entrar en cólera y borrarle de toda la lista de contactos y demás redes.

Se siente aún más desgraciada, pero a la vez aliviada por ver como todos aquellos hombres de su vida iban desapareciendo y su maleta de viaje era cada vez menos pesada.

Cada minuto que pasa siente que su sitio ahora no está en su pueblo, ni con su familia, ni con su madre.

No tiene ninguna gana de dar ni la más mínima explicación ni encontrase con nadie de su pasado. Y de seguro Fran, pasará por casa de su madre estos días para felicitarla por su cumpleaños; como viene siendo norma para él desde que Enma rompió su noviazgo con él hace 17 años.

No tiene fuerzas para volver a mirarle a la cara y escuchar por boca de ella que qué hombre tan estupendo dejó pasar…..
Era un hombre AVARICIOSO e hipócrita pero enamoradísimo de ella; no quería recordar aquellos años de noviazgo y amor que degeneraron en obsesión. A veces a las madres es mejor no contar la verdad para no herir su sensibilidad.

La noche transcurre lenta pero muy agitada.

Se queda dormida, cansada de recuerdos y discusiones; al despertar enciende el móvil y comprueba que su hermano Germán le había llamado; duda en devolverle inmediatamente la llamada pensando que posiblemente tenga uno de esos momentos suyos de crisis existencial.” QUÉ PEREZA” pensó. Pero marca su número como casi una obligación más familiar.

La conversación se transforma en fuerte tensión emocional y reproches mutuos actuales y de la infancia.

En un acto de machismo gay, el hermano le comenta que su vida ha sido siempre más fácil por ser mujer hetero con una 95 de pecho.

Su locura no ha hecho sino que empezar.

Acusaciones y agresividad verbal darán pie a un alejamiento definitivo de los hermanos.

Nunca pensó que un simple despido pudiera hacer que su vida cambiara de forma tan radical.

Odiará su cuerpo y el uso que ella y toda la sociedad han hecho de él, de sus PECHOS .Estandarte de belleza y moneda de cambio para cualquier situación sentimental.

Harta, decide no volver a su pueblo y coger el primer tren que salga de aquella bendita estación de tren que le ha dado la oportunidad de reaccionar y tomar decisiones que hasta el momento, para ella, hubiesen sido impensables.

No sabe, ni quieren tener conocimiento, de hacia dónde le llevará el tren en el cual se suba a las 05.40. Nuevos rumbos y caminos que trazar.

Siente que tiene una obligación como mujer para con los dos hombres más importantes de su vida; sus dos hijos, Aitor y Joseba: Demostrarles que las mujeres conducen sus vidas sin necesidad de ser acompañadas.

Deberá dar ejemplo y mostrarles cómo se trata y ama a las personas, posean o no PECHOS.

 


El equipo


Personaje protagonista: Miren de Miguel, soprano y actriz
Personajes itinerantes: Kepa de la Fuente, actor
Texto: Miren de Miguel
Dirección: Manu Gómez-Álvarez
Coreografía: Mikel del Valle
Música: Vivaldi, Haendel, Julio d´Escrivan
Vestuario: Peio Durán
Producción: Ysifuera
Asistente de Producción: Carolina Carrillo Boegeholtz

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