Teatro

Invernadero

El invernadero es todo lo contrario de lo que parece o de lo que su pretensión indica.

01 al 03 octubre 2015

«Una fantasía que con el tiempo se ha convertido en realidad».

Inquietante y mordaz, “Invernadero” es una de las obras más logradas de Harold Pinter quien escribió esta obra en los años cincuenta pero la guardó para estrenarla en el momento más oportuno… treinta años después. Ahora, Mario Gas la recupera, en una adaptación a cargo del escritor Eduardo Mendoza, protagonizada por Gonzalo de Castro y Tristán Ulloa, entre otros.

En ella, Pinter nos presenta una sátira del funcionamiento burocrático y el gobierno autoritario de un establecimiento cuya naturaleza exacta no se desvela. No está sometido a ningún control y, al parecer, cualquier comportamiento sobre los alojados está permitido. En plena celebración navideña, el director y su equipo se enfrentan con un nacimiento y una muerte que han tenido lugar en el interior de este lugar. ¿Quiénes serán los responsables? ¿Y cómo hay que actuar ante semejantes sucesos, tan inesperados como comprometedores?

Mucho se ha escrito sobre el estilo de Harold Pinter y de las resonancias que percutan sus textos. Mucho y muy reduccionista las más de las veces. Ante el asombro y lo difícil de la clasificación, resulta más elocuente inundar de referencias ya asimiladas los textos que nos inquietan, para así colocarlos en la estantería de autores digeridos. ¡Ah!, sí, Pinter…, claro: grandes influencias de tal y cual y al mismo tiempo uno de los autores más influyentes de la segunda mitad del siglo XX.

Está bien, siempre se busca un discurso tranquilizador, que nos permita encuadrar el asunto y así poder empezar a disertar -¿pontificar?- sobre autor, tendencias, enclaves y comprensiones. Eso sí, dejando un margen de profunda comprensión sólo disfrutable por ciertas élites que serán las depositarias del “misterio”.

Siempre hay quien sabe cómo y de qué modo se debe interpretar al autor. Y apartarse de ahí, se convierte en peligroso y, consecuentemente, se corre el peligro de no ser pinteriano. ¡La vâche!

Pero lo cierto es que su universo teatral ha devenido un lugar personal, único, demoledor, crítico, disolvente e ideológico. No hay un solo Pinter, sino múltiples, unidos por un máximo común denominador: el hombre urbano occidental, su alienación, su disolución, a la par que crece un poder occidental pretendidamente democrático y radicalmente aniquilador.

Decíamos que Pinter alberga muchos Pinter en su dramaturgia y estilo teatral. Hothouse, Invernadero en la extraordinaria versión que firma Eduardo Mendoza, pertenece al Pinter de las farsas negras, muy negras, dislocadas, trepidantes, ácidas y corrosivas, como un río subterráneo vitriólico que deshace y disuelve todo aquello que encuentra a su paso; y donde el Poder, político y estatal en este caso, asoma su hocico maloliente y exterminador.

El invernadero, el establecimiento de reposo al que hace referencia el autor, es todo lo contrario de lo que parece o de lo que su pretensión indica: un lugar balsámico y de rehabilitación. Antes bien, es un espacio en el que se ha instalado el horror y la aniquilación psíquica y total, la negligencia y el desamparo y, cómo no, el asesinato, la desaparición impune, y el mutismo institucional.

Usted, probo ciudadano y seguidor del orden establecido, puede, sin saberlo, cometer algún error y perderá su identidad: se convertirá en un número, su cerebro será lavado eléctrica y brutalmente y no será difícil que desaparezca para siempre…
Y este mecanismo del poder establecido es tan feroz y voraz, que acabará devorándose a sí mismo en ese lugar aséptico, tranquilo, fraternal, y que en el momento de iniciarse la acción celebra la fiesta de la Natividad del Señor.

¡Ojo! Cuidado…

No permita bajo ningún concepto que lo metan ahí.

Mario Gas


El equipo


Invernadero, de Harold Pinter
Versión: Eduardo Mendoza
Dirección: Mario Gas
Escenografía: Juan Sanz y Miguel Ángel Coso
Iluminación: Juan Gómez-Cornejo (AAI)
Figurinista: Antonio Belart
Espacio sonoro: Carlos Martos Wensell
Intérpretes: Gonzalo de Castro, Tristán Ulloa, Carlos Martos, Isabelle Stoffel, Jorge Usón, Javivi Gil Valle, Ricardo Moya

Producción: Teatro del Invernadero, Teatro de La Abadía

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